Cuando conectamos con nuestras emociones, con nuestros sentimientos, con nosotros mismos, nos conmovemos. Sí, efectivamente, es como si algo nos moviera por dentro. Como si un océano de sensaciones fuera y viniera en nuestro interior.
Al principio conectar con nuestro interior da miedo: nos exponemos a ser presa de esas emociones y sensaciones. Algunas no nos parecen adecuadas o no nos gustan. Pero están. Forman parte de nuestra grandeza y nuestra miseria.
Pero indudablemente, cuando conectamos con nosotros conectamos con la parte más rica de la existencia: con la vida. Con esa parte de la existencia que está hecha de música. Música que unas veces es alegre, tierna, cálida, emotiva, tranquila o triste, tenebrosa, inquietante… pero que da sentido a la existencia. La existencia es vida cuando nos rendimos a esa sinfonía de sentimientos, decidimos escucharla y dejamos que nos invada danzando con ella, danzando, como indígenas, como nativos, al son de la vida.
Crear es pararse a escuchar la vida, y expresarla. Cantarla para uno mismo y para otros. Crear es atreverse a danzar con la vida y cantarlo. Y contarlo. Para que otros lo puedan oír, para que otros lo puedan bailar. Para que cada uno pueda cantar su música y todas y todos podamos bailar. Para que no pare la música.
Pero todo eso no es posible si no conectamos, si no escuchamos el rugido de nuestro océano de sentimientos, sensaciones y emociones. Y una vez escuchado ese océano, compartirlo.
Porque no hay nada más grande que juntar nuestros mares. Que yo sienta tu océano y tú sientas el mío.
Que sigamos creando. Que dancemos como indígenas, como nativos. Que nuestros océanos sean uno.
Con ese deseo, hemos creado nuestra nueva promo.
Y si queréis ver más podéis enlazar desde esta web a nuestro canal de vimeo o youtube.
Que no pare la música.